Ayer, estábamos en el vestuario al acabar la clase de flamenco cuando escuchamos una canción, diferente a las que nos ponen en clase. Entre la guitarra y las voces se escuchaban unos taconeos que, obviamente ninguna de nosotras podía estar haciendo, jaja. Así que no nos resistimos a la tentación y nos asomamos por la puerta porque hay pocas cosas que hagan más ilusión a un alumno que ver a su profesor bailar, o al menos a mí... y sinceramente, ¡qué deciros!
No sé como explicarlo, sólo puedo decir que Yolanda, mi profesora, se había convertido en música y que ni si quiera se dio cuenta de nuestra presencia. Vi años de esfuerzo, experiencia, personalidad, seguridad, felicidad y, sobre todo, mucho arte. En ese ambiente austero, de un simple y pequeño ensayo, nos mostró como la música se lleva siempre dentro, nos trasladó con ella a ese estado en el que al arte te toca el corazón.
Y pienso en qué se debe sentir cuando uno es quien tiene esos poderes mágicos para convertirse y transmitir tanto a los demás. Ahora entiendo mejor lo que quieren decir cuando hablan del "duende" en el flamenco. Ojalá llegue un día en el que destruya esas barreras que me pongo a mí misma y sea capaz de darme tanto que no recuerde que los demás están viendo mi interior, que esté totalmente entregada sólo porque la música y yo seamos una.
1 comentari:
Estoy segura de que lo conseguirás... no sé si será bailando flamenco, danza oriental, tribal, khatak... pero estoy segura de que lo conseguirás. Porque lo haces muy bien, pero no sólo por eso, sino porque te he visto bailar y creo que sólo te falta eso: soltarte, creertelo...
Besos cielo!
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